Pregunta: ¿Que tienen en común los proyectos de los concursos de Vivienda Social?
Respuesta: No tienen rejas ni aleros.
Empecemos por las rejas. No es un tema nuevo, producto de la sensación actual de inseguridad. En el libro La Buenos Aires Ajena, Jorge Fondebrider recopila testimonios de extranjeros que buscan la ciudad desde Ulrico Schmidl en 1536 hasta el presente.
Llama la atención que una de las cosas que se ocupan de destacar quienes llegaban a estas tierras, eran las rejas en las ventanas. “Las ventanas rara vez tienen vidrios, pero están protegidas por rejas de hierro que producen un aspecto de cárcel” o “confundí con prisiones las casas que flanqueaban la costa… y los vanos estaban defendidos por barrotes de hierro”.
El diplomático inglés Woodbine Parish escribió en 1827 un párrafo donde critica las rejas, pero reconoce sus beneficios “Algunas peculiaridades, se conservarán por mucho tiempo, entre otras la de las rejas de las ventanas, que mas de una vez han sido la mejor salvaguarda de los habitantes. Se necesita algún tiempo para que un inglés se acostumbre a su aspecto a estilo de prisión; a pesar de que cuando están pintadas de verde no dejan de servir de adorno, cuando se suspenden de ellas hermosas plantas del aire traídas del Paraguay, que se nutren y florecen aun sobre el frío hierro. A la larga habitúase uno a ellas, sin hacer mención de la comodidad de poder en las noches calurosas de verano dejar la ventana abierta sin temor alguno. "
Por lo visto, las rejas inevitablemente fueron y serán un dato de la estética de nuestras ciudades y suburbios. Sin embargo, están ausentes en los proyectos tal vez a la espera de que aparezcan solas. Y de la peor manera.
En un jury de la FADU:
-¿Como pensás la seguridad de las unidades y los espacios exteriores del conjunto?
- y… habrá que poner una reja, pero no la dibujo ¡queda feo!
La seguridad no es de izquierda ni de derecha, no se limita a la preocupación de una sola clase social y el diseño también tiene que dar su respuesta en este tema.
El alero es otro de los grandes omitidos y a diferencia de las rejas, no van a poder ser agregados por los usuarios. Su ausencia será una falla genética.
Cuento una breve historia. El espacio donde hoy funciona la Intendencia de la Ciudad Universitaria de Núñez, fue una de las primeras construcciones del sitio. Tal vez obrador para la construcción del Pabellón 1. Tuvo diferentes destinos, luego su abandono, incendio parcial e intrusión. Unos 40 años después de su construcción procedimos a restaurarla. Las carpinterías de hierro y los muros exteriores estaban perfectamente conservados. Limpieza y pintura fueron todo lo necesario. ¿Por qué después de años de maltrato esa construcción simple era fácilmente recuperable? La única razón, el alero generoso que la cubría.
A partir de ese momento decidí respetar este elemento desaparecido en las “casas sin techo” de la modernidad.
Parece imprescindible encontrarle la vuelta a la estética del alero sobre todo hoy que vivimos en tiempos de sustentabilidad explícita. Que este concepto respetuoso del cuidado ambiental y energético, que aparece en toda la memoria descriptiva bien intencionada no se limite a su enunciado.
Prestemos atención en varios de los proyectos premiados en concursos de vivienda social, a esos muros expuestos despiadadamente en el verano a radiaciones equivalentes a dos estufas de cuarzo por cada metro cuadrado.
El arquitecto catalán Helio Piñón lo dijo sin vueltas en una de sus visitas al país "Hombre, hay que asumirlo: tanto para nosotros en Barcelona como para vosotros aquí, el sol ¡es nuestro enemigo!"
Volvamos al sustentable alero. Sabiamente orientado, protegido del sol en verano, permite que pase al interior en el invierno, en ambos casos con el consiguiente ahorro de energía. Conserva limpias las fachadas y los vidrios, evita la degradación de carpinterías y chorreaduras de la lluvia ácida en pinturas y revestimientos de frente. Recordemos que el bajísimo mantenimiento de la vivienda de interés social es una de las prioridades en su diseño, nadie va a pintarla cada dos años.
Hay que asumir que en este caso de poco nos sirven los modelos importados de otros climas y otras sociedades. Menos aún su copia acrítica.
Rejas y aleros, nacionales y populares.
Su inevitabilidad en un caso y beneficios en otro son tan evidentes que propongo a los responsables de proyectos de planes de vivienda, pero por sobre todo a los señores jurados y participantes de los concursos que a partir de ahora sean decretados como de necesidad y urgencia.
Por Mario Boscoboinik
Artículo publicado en el diario Clarín de Arquitectura
Enero 2010
Conjunto de Viviendas para el NOA de Concurso Banco Hipotecario
Vivienda tradicional de campo, con alero